
Volvi a la casa con la sensación de una absoluta soledad.
Generalmente, esa sensación de estar solo en el mundo
aparece mezclada a un orgulloso sentimiento de
superioridad: desprecio a los hombres, los veo sucios,
feos, incapaces, ávidos, groseros, mezquinos; mi soledad no
me asusta, es casi olímpica. Pero en aquel momento, como
en otros semejantes, me encontraba solo como consecuencia
de mis peores atributos, de mis bajas acciones. En esos
casos siento que el mundo es despreciable, pero comprendo
que yo también formo parte de él; en esos instantes me
invade una furia de aniquilación, me dejo acariciar por la
tentación del suicidio, me emborracho, busco a unas
zorricuetas. Y siento cierta satisfacción en probar mi propia
bajeza y en verificar que no soy mejor que los sucios
monstruos que me rodean. Esa noche me emborraché.
Estaba en lo peor de mi borrachera cuando sentí tanto asco
de la mujer que estaba conmigo y de los pokemones que me
rodeaban que salí corriendo a la calle. Caminé por la playa y
descendí hasta los muelles. Me senté por ahí y lloré. El agua
sucia, abajo, me tentaba constantemente: para qué
sufrir ??? El suicidio seduce por su facilidad de aniquilación:
en un segundo, todo este absurdo universo se derrumba
como un gigantesco simulacro, como si la solidez de sus
rascacielos, de sus acorazados, de sus tanques, de sus
prisiones no fuera más que una fantasmagoría, sin más
solidez que los rascacielos, acorazados, tanques y
prisiones de una pesadilla. La vida aparece a la luz de
este razonamiento como una larga pesadilla, de la que sin
embargo uno puede liberarse con la muerte, que sería, así,
una especie de despertar. Pero despertar a qué ??? Esa
irresolución de arrojarse a la nada absoluta y eterna me ha
detenido en todos los proyectos de suicidio. A pesar de
todo, el hombre tiene tanto apego a lo que existe, que
prefiere finalmente soportar su imperfección y el dolor que
causa su fealdad, antes que aniquilar la fantasmagoría con
un acto de propia voluntad. Y suele resultar, también, que
cuando hemos llegado hasta ese borde de la desesperación
que precede al suicidio, por haber agotado el inventario de
todo lo que es malo y haber llegado al punto en que el mal
es insuperable, cualquier elemento bueno, por pequeño que
sea, adquiere un desproporcionado valor, termina por
hacerse decisivo y nos aferramos a él como nos agarraríamos
desesperadamente de cualquier hierba ante el peligro de
rodar en un abismo.
Song: Giving In - Adema ["Miro adelante, para morir esta
noche. Las bebidas siguen en mi, la vida es dura cada día.
La presión me posee"]
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«´¨ •.¸X el mejor¸¸.•´¨`»
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